Capítulo 1
¡Mierda! no ha sonado
el despertador, ¿qué demonios de hora será?, la habitación estaba sumida en una
luz tan clara y brillante que con mis ojos aun pegados a los párpados me
resultaba difícil encontrar el despertador. ¡Mierda! las ocho y media de la
mañana, otra vez que no llego al trabajo, esta vez no serán tan permisivos como
otras tantas veces lo han llegado a ser, mi inconsciencia me va a costar mi
trabajo.
A toda prisa me puse lo primero que encontré en mí armario, unos
vaqueros desgastados, una blusa azul celeste y unos mocasines de color crema
que encontré debajo de mi cama. Entré apresurada en el baño, con tanta fuerza
abrí el grifo del agua que salpicó toda mi blusa, ¡mierda! mirándome al espejo
me dije:
— Lo siento nena, pero
tendrás que secarte de camino al trabajo, no queda mucho tiempo y menos para
encontrar en esa lobera de armario otra blusa.
Recogí mi pelo con una
goma, un poco de polvos para mi rostro fúnebre y tres gotas de perfume. Cogí mi
maletín y salí zumbando de casa, a toda prisa por las calles, sorteando y
esquivando a la gente.
Cuando llegué a la puerta de mi trabajo, miré mi reloj, ¡joder! quince
minutos tarde, esta vez no me vale ninguna escusa, son tantas las que he dicho
que dudo que cuele una más, será mejor ser sincera por una vez, agachar mi
cabeza y esperar el sermón de mi jefa de Recursos Humanos Clara.
Abrí la puerta del gran edificio donde se alojaban las oficinas de Iriset
Publi Marketing donde trabajaba hace dos años en la sección de retoques
fotográficos y montaje. Crucé el largo y amplio pasillo de la recepción
inclinando mi cabeza para no ver a nadie. Cuando me aproximaba a mi mesa, Clara
cortó mi camino.
— Alexia, cuando
deposites tu cartera en tú escritorio dirígete a mí oficina por favor.
— Si Señora Clara,
enseguida me presentaré en su despacho, le ruego disculpe mí pequeño retraso.
— ¿Esta vez que ha
causado su retraso Señorita Alexia? un tacón roto, una avería en casa...
— No Señora Clara,
simplemente me he quedado dormida, lo lamento muchísimo.
— Al menos Alexia esta
vez no me has puesto una excusa ridícula, me alegra su nueva faceta de
sinceridad. No tarde mucho, le espero en mí mesa tenemos que hablar.
— Si Señora, enseguida.
Qué marrón, en mi interior siempre he sabido que Clara no se tragaba mis
patéticas excusas, en fin posiblemente quiera entregarme personalmente mi carta
de despido en su despacho, una pena pero eso me pasa por dormilona, con lo que
me agradaba este trabajo, he sido una idiota, inmadura e inconsciente, todo mí
trabajo tirado al cubo de la basura por dormir treinta minutos más, ¡joder!
Alexia te has lucido tú solita me dije resoplando. Respiré hondo cuando me
encontraba en la puerta de la oficina de Clara, llamé y Clara personalmente me
abrió la puerta.
— Pasa Alexia, no
disponemos de todo el día y hay muchos asuntos que hay que dejar zanjados.
No sé porque se pone así, para darme la carta de despido no hace falta
zanjar ningún asunto.
— Dígame Señora Clara,
no quiero causarla ningún retraso en su trabajo.
— Bien, todos los
directivos son conscientes de tus cuantiosos retrasos mañaneros desde que entraste
en esta empresa ya hace casi dos años, por otra parte decirte que normalmente
en estos casos lo procedente es un despido.
— Si Señora. Asentí con
mi cabeza, mis ojos se empañaron de impotencia, mí cuerpo bajó de temperatura y
empecé a temblar.
— ¿Se encuentra bien
Señorita Alexia? La noto más pálida de lo normal.
— No se preocupe, tan
solo estoy desilusionada conmigo misma, pero no alargue esta conversación y deme
mi merecida carta de despido.
— No Alexia, por alguna
razón que yo desconozco no va a ser despedida, solo la he reunido aquí para
informarle y explicarle que mañana por la mañana se va usted a reunir con el Director
de Marketing Publicitario, Fotografía y Video. Posee toda la información en
esta carpeta.
— No lo entiendo ¿Una
reunión mañana? ¿Con los directivos?
Me quedé petrificada, no era capaz de gesticular palabra alguna, ni tan
siquiera conocía en persona a aquellos directivos ¿qué querrían de mí?
— ¿Alexia? Baja al
planeta tierra por dios. Siendo sincera contigo, desconozco su interés en ti,
teniendo en cuenta tu poca seriedad mañanera que tienes frente a tu trabajo,
esta mañana temprano me pasaron la carpeta y la orden de tú reunión, Alexia, es
a las nueve de la mañana, ¿Crees que será posible que no te duermas? este
asunto tiene pinta de ser importante.
— Clara, agradezco tu
sinceridad hacia mí, he quedado anonadada por la circunstancia pues yo me
espera mi hoja de despido y nada más, en cambio me sorprendes con esta noticia
y esa reunión con los jefazos, no sé qué decir...
— No digas nada, ve a
tu mesa, abre esta carpeta y estudia su interior, quiero que ya que te han
elegido al menos vayas preparada y no hagas el ridículo, por lo que se ve han
depositado mucha confianza en ti.
— Gracias Clara. — Me
levanté de la silla y me dirigí a la puerta.
— Alexia mucha suerte
para mañana, puede que te ofrezcan un buen proyecto que impulse tu carrera.
— Te prometo que esta
vez no voy a quedarme dormida.
Abrí la puerta y cerré sin más preámbulos.
Cuando llegué a mi
mesa, estaba esperándome Dana sentada en mi escritorio. Dana era mi compañera
de trabajo y amiga desde que empecé en la empresa, ya el primer día hicimos
gran amistad. Ella era una mujer muy atractiva, morena, pelo ondulado, unas
curvas de escándalo y unos ojos verdes que hipnotizaban a todos los hombres de
la oficina. Dana tenía novio, llevaba con él desde que empezó la universidad ya
hace seis años, se llamaba Enzo, un apuesto y joven empresario que poseía una
tienda de informática, el también tenia nuestra edad veinticuatro años de
juventud adorada. Ellos vivían juntos.
Dana y yo solemos hablar de nuestras cosas en nuestros almuerzos juntas
en el trabajo, y en la oficina realizábamos un trabajo conjunto, ella con los
negativos y yo con el montaje.
— Alexia, esta mañana
no me ha dado tiempo a decirte nada antes de que entraras en el despacho de
Clara, por favor, dime que no te ha despedido.
— En un principio pensé
que me iba a tirar, otra vez me quedé dormida y llegué tarde.
— ¿Pero cuántas veces
te he dicho que tires ese maldito despertador? ¿Por qué no usas el de móvil
nuevo? No es tan complicado, no puedo creer que te juegues tu trabajo por un
antiguo despertador que no te da la gana tirar a la basura.
— Dana, por dios deja
de echarme el sermón y deja que te continué contando.
— Está bien ¿Y esa
carpeta tan grande?
— Mira que eres
impaciente, te cuento que yo también pensaba en mi despido, pero ha sido toda
una sorpresa para mí cuando Clara me ha informado que mañana tengo una reunión
con los directivos de Marketing Publicitario, Fotografía y Audiovisual. Me ha
dado esta carpeta donde está expuesto el asunto a tratar mañana.
— Alexia, no me lo
puedo creer, de un despido a una reunión con los jefazos, tía sabes lo que esto
puede ser... un proyecto nuevo, nuevos horizontes Alexia. Realmente me alegro
por ti, ya es hora de que la vida te devuelva algo. Después de lo de Iván...
— ¡Calla! no sigas por
ahí, sabes que eso se terminó y no quiero ni volver a escuchar su nombre,
además, ahora estoy demasiado contenta como para mencionar ese hijo de puta.
— Perdóname, sabes que solo
te deseo lo mejor.
— Está bien Dana, ahora
cogeré esta carpeta y veré de que se trata el asunto.
— OK nos vemos en la
comida, ya me contarás.
Me senté en mi mesa y
abrí la carpeta. Ojeando por encima me percate de que todas las hojas estaban
marcadas en el lateral con la misma cabecera que el Proyecto Youm, después de
estar leyéndolo un buen rato me pude aclarar un poco y vi claro de que se
trataba. Un nuevo dispositivo móvil saldría a la venta con una nueva
tecnología, se trataba de un sistema que permitiría a las pantallas de los
móviles ser totalmente flexibles, enrollables y pagables, no solo el modelo
estaría disponible para móviles si no que también para tabletas. La compañía Iriset
Publi Marketing había sido elegida para llevar a cabo su publicidad y
comercialización por todos los mercados, tanto europeos como internacionales.
El proyecto era muy interesante, pero no me imaginaba que demonios pintaba yo
en un proyecto de tanta dimensión.
Cuando quise ver mi reloj, para mi sorpresa ya era la hora de la comida,
cerré mi carpeta y la guardé en el cajón con llave que tenía mi escritorio.
Cogí mi cartera y fui a buscar a Dana a su mesa.
— ¿Comemos o qué?
— Ya está aquí doña
prisas, más vale que las prisas las tengas por las mañanas.
— Ya sabes que yo sigo
otros horarios.
Nos reímos las dos a carcajadas mientras nos alejábamos de la oficina.
Solíamos ir a una cafetería que estaba a la vuelta de la esquina de nuestro
edificio, Cafetería Paco, donde preparaban todo tipo de comida Express que
solíamos comer Dana y yo, una hamburguesa, un bocadillo, ensalada y todo tipo
de fritos. Hoy nos tocaba ensalada con pechuga de pavo empanada con salsa
cesar.
— Alexia llevamos aquí
diez minutos y aun no has abierto la boca para contarme el proyecto del que
mañana tienes esa reunión con esos jefazos.
— Es verdad, perdóname
pero es que el hambre me pudo, esta mañana he salido tan deprisa que no puede
desayunar nada y mi estomago estaba sonando demasiado.
— Cualquier día sales
desnuda a la calle con tanta prisa que te das.
— ¿Otro sermón o te
cuento?
— Cuenta, cuenta.
— Pues bien se trata de
la comercialización de un nuevo dispositivo tanto para móviles como para
tabletas, una innovación tecnológica que romperá todos los esquemas en el
mercado, se hará su publicidad tanto a nivel europeo como internacional.
— Se ve que es
importante.
— Dana cambiando un
poco de tema, ¿Tienes mañana planes con Enzo?
— Si, habíamos pensado
ir este fin de semana a la casita que tienen los padres de Enzo en la sierra,
se está muy a gusto en estas fechas pues la gran ciudad posee demasiado calor.
¿Podrías venir?
— Si claro, y si
quieres me subo un par de velitas y os la sujeto cuando os estéis morreando y
metiendo mano por toda la casa. No gracias me quedaré en casa, total Gema este
fin de semana se va a ver a sus padres, así me quedaré tranquila en casa.
Gema era no solo una de mis mejores amigas, si no mi compañera de piso.
Estudiamos en la misma Facultad pero carreras diferentes, Gema estudió
psicología y trabaja en un colegio cercano de casa, haciéndose cargo de los
problemas de los niños de edades comprendidas entre los cinco a los doce años.
— No seas así de
exagerada, no te digo que te quedes con nosotros dos, Enzo tiene un primo y
podíamos llamarlo, así vamos los cuatro.
— Dana no sabía que tu
nuevo empleo fuera ser celestina, ¿quieres colocarme al primo?
— No es eso, pero ya es
hora de que pases página y pienses que conocer un chico te vendría bien. ¿Por
favor Alexia no te estoy diciendo que te cases con él? Disfruta de tu soltería
y dale un gusto al cuerpo, he visto alguna foto y créeme que está para hacerle
algún favor que otro.
— Ya estamos con lo de
siempre, estoy bien como estoy, no necesito ni hombres ni sexo en mi vida.
Maldita Dana, nunca se cansará de buscarme amigos y hacerme encerronas
para que me olvide de Iván, ya sé que ha pasado casi un año de nuestra ruptura,
bueno más bien desde que lo pillé en la cama con su compañera de trabajo. Sigo
tan dolida que soy incapaz de plantearme un nuevo amor, quizá soltera no se
está tan mal.
— Está bien, por el
momento no insistiré más, pero no me doy por vencida.
— Se nos está haciendo
tarde, volvamos a la oficina.
La tarde estuvo
tranquila, terminé de leer y tomar una serie de apuntes del dossier para poder
mañana tenerlo preparado para la reunión. A la salida del trabajo Dana me
acompañó al piso, tenía que asesorarme un poco para el vestuario de mañana.
Cuando entramos en la casa ya había llegado Gema del trabajo, nos
sentamos las tres en el sofá y abrimos una botella de Peñascal, alzando
nuestras copas brindamos por nosotras y por la reunión de mañana. Las tres
fuimos a mi habitación, Dana y Gema cuando vieron mi armario resoplaron a la
vez.
— ¡Por dios vendito
Alexia! esto no es un armario, ni tan siquiera se podría llamarse trastero,
veamos que tienes por aquí, digo yo que aparte de vaqueros tendrás algún
vestido decente para mañana.
Gema me miró de refilón con una sonrisa pícara asintiendo las palabras
de Dana.
— Creo que atrás del
todo hay dos vestidos que ya hace tiempo que no me pongo.
Las dos empezaron a sacar toda la ropa hasta que dieron con tres
vestidos de verano.
— Este parece idóneo
para mañana ¿No crees Gema?
— Si a mí me gusta, no
es informal pero tampoco formal, lo tiene todo.
Ese vestido... ni tan siquiera recordaba haberlo metido en el armario,
fue un regalo de mi ex, pensé haberme desecho de todo recuerdo, ¡mierda y
mierda!, veo a las dos tan contentas que no les puedo dar un no por respuesta.
La verdad que no recordaba que fuera tan bonito, todo de gasa, un color rosa
palo, algo escotado pero no provocador. Por petición de las chicas me lo probé.
A medida que me lo ponía se iba deslizando por toda mi piel, ajustándose a mis
curvas terminó de caer, cuando miré a las dos, estaban con la boca abierta.
— ¿Qué? Os ha dado algo
¿Cómo estoy?
— Nena me he quedado
sin aliento, que escondido tenias este vestido, estas de fábula.
— Gema dime tú, ¿Que
tal me encuentras?
— Alexia porque no soy
un hombre que si no...
Que exageradas son las chicas, me miré al espejo y realmente pude ver
como alzaba las curvas de todo mi cuerpo, había un brillo diferente en mi cara,
me sentía bella, segura y sensual.
— Tenéis razón, mañana
me pondré este vestido con los zapatos de tacón de aguja que tengo del mismo
tono.
Dana se despidió de
nosotras, había quedado en pasarse por la tienda de Enzo y ayudarle con la
llegada de los nuevos ordenadores. Antes de irse me juró que mañana a las siete
de la mañana me llamaría al móvil para despertarme.
Gema ultimaba la maleta para mañana pues saldría de viaje justo a la
salida del trabajo, la casa de sus padres quedaba a ochenta kilómetros de
Madrid, mientras tanto, yo terminaba de preparar la cena, y estando cenando,
Gema me preguntó:
— ¿Qué planes tienes
para este fin de semana?
— Ninguno, quedarme en
casa descansando un poco, creo que ordenaré mi armario, falta le hace.
— Si, no estaría mal,
un día de estos puede salir cualquier bicho de ahí. Me comentó Dana que este
fin de semana se subían a la casa de la montaña ¿Podrías ir con ellos? ella me
dijo que iría el primo de Enzo.
— No tengo intención de
ir, Dana solo quiere colocarme al primo y no me veo capaz de aguantar todo el
fin de semana ni a él ni a los dos tortolitos.
— Pues deberías. No
puedes pretender quedar encerrada en casa toda la vida y no conocer a alguien.
Algún día volverás a salir con alguien y te reirás de lo que te pasó con Iván,
lo veras como si te hubiera hecho un gran favor.
— No sé Gema, se que
tienes razón, pero...
— No hay peros, manda
un WhatsApp a Dana y dile que te apuntas, le darás una gran alegría. Así podrá
avisar al primo de Enzo.
— Está bien, mira que
sois pesadas las dos, por cierto llevo todo el día sin mi móvil, le mandaré el
mensajito.
Me dirigí a mi
habitación en busca de mi móvil ¡madre mía! tres llamadas perdidas y varios WhatsApp,
qué desastre soy, eso me lo voy a tener que mirar muy seriamente. Las llamadas
eran de Dana, me llamó justo pasado cinco minutos de no estar en mi puesto de
trabajo. Los WhatsApp eran de mi hermano Jorge, preguntando mis planes para la
semana que viene, para quedar a tomar algo y ponernos un poco al día de
nuestras vidas, contesté en el momento diciendo que le llamaba entre semana y
concretábamos el sitio. Entré en el WhatsApp de Dana y le envié un mensaje:
< WhatsApp Alexia>
— Gema y tú sois unas
plastas, en fin, llama al primo de Enzo, que por cierto no sé ni cómo se llama,
me apunto.
< WhatsApp Dana>
— Si es una broma no
tiene gracia.
< WhatsApp Alexia>
— No es ninguna broma
¿Cómo se llama?
< WhatsApp Dana>
— No te arrepentirás.
Se llama Javier. Mañana nos vemos, prepara tu maleta, solo pasaremos por tu
casa a recogerla. Un beso
< WhatsApp Alexia>
— OK, dejaré todo
listo. Un beso.
No sé cómo me he dejado liar, en el fondo sé que me vendrá bien cambiar
un poco de aires, posiblemente Javier sea agradable y podamos mantener una
cordial y amigable conversación. Dejé mi mochila preparada en la puerta de la
habitación y encima de una silla el vestido que me pondría mañana, miré mi
antiguo despertador y le puse la alarma, al igual que puse la del móvil, esta
vez no podía dormirme.
Aun con los ojos cerrados oía una melodía de fondo cada vez más alta,
cuando abrí un ojo me di cuenta que era mi móvil el que estaba sonando.
— ¿Si, quién es?
— Vamos perezosa, ya es
hora de levantarse, tienes una reunión a la que asistir.
— Buenos días a ti
también, me pongo en marcha ya.
— Un beso, nos vemos en
la oficina.
Aún seguía con un ojo
pegado, que sueño, debería estar prohibido madrugar tanto. Como pude me levanté
de la cama y me dirigí a la cocina, una buena taza de café me vendrá bien. Como
disponía de tiempo suficiente, me relajé en la ducha, tras terminar extendí
crema hidratante por todo mi cuerpo, primero por mis brazos, seguido de mis
pechos, cintura y esas largas piernas que me dejó mi madre en herencia. Me
situé frente al vestido resoplando, con cuidado introduje mi cabeza extendiendo
mis brazos delgados y pálidos entre las costuras, bajó por mis caderas y se
acopló en la curvatura de mis nalgas, deslicé mis pies por los zapatos y cara
al espejo sequé y recogí mi cabello, apliqué en mi rostro un poco de base y
colores, rímel, pintalabios rosa claro y un poco de perfume. Cogí mi maletín,
móvil y cerré la puerta de casa.
Llegué a la puerta de las oficinas a las ocho y diez de la mañana y
decidí esperar a Dana en la entrada. Pasados cinco minutos apareció.
— Buenos días Alexia,
se te ve hermosa esta mañana, nena estas de escándalo.
— Gracias, entremos ya,
quiero repasar mis notas para la reunión.
— Te veo nerviosa…
En mi escritorio
mientras repasaba las notas, empecé a sentir mucho nerviosismo.
Tranquila, solo será una pequeña presentación, no es para tanto. “Ánimo
estas rompedora con este aspecto y nadie puede contigo”.
Respiré hondo y me dirigí a sala de reuniones, llamé a la puerta y
entré. En la sala había tres personas, el primer hombre era de mediana edad,
algo de canas en su pelo y una voluminosa barba, el segundo hombre parecía
tener unos treinta poco, muy moreno de cara y atractivo, con unas gafas negras
de esas que se habían puesto de moda en las tiendas de visión. El tercero era
una mujer de casi mi misma edad, alta, delgada, su pelo ondulado caía por sus
hombros, una mujer con una presencia que causaba impresión. Todos eran más jóvenes
de lo que yo me había imaginado, me esperaba vejestorios al frente de los
cargos directivos. Cuando me acerqué a la mesa, todos se giraron hacia mí.
— Buenos días Srta.
Acosta, pase y siéntese, nos alegramos de su presencia.
— Buenos días a todos, gracias
tomaré asiento.
— Srta. Acosta mi
nombre es Pablo soy del Director de Marketing Publicitario, a mi derecha mi
compañero Eduardo, Director fotográfico y ella es Lara Directora de Audiovisual.
— Encantada de
conoceros, mi nombre es Alexia.
Tras una reunión de
casi tres horas, exponiendo ideas de comercialización, estudiando la forma de
introducir en el mercado el nuevo dispositivo, las bases estaban ya casi
formadas. Optaríamos por un anuncio impactante, lleno de acción capaz de llamar
la atención del consumidor, con una música acorde a la agresividad e
impactantes imágenes en flash. En esta primera reunión se habló de incluir
viajes a diferentes países para recoger más información al modelo publicitario,
incluso visitar las diferentes fábricas donde de llevaría a cabo la línea de
producción de los móviles y tabletas. Una vez cerradas nuestras carpetas,
Pablo, Eduardo y yo nos disponíamos a salir cuando Lara me llamó:
— Espera Alexia, me
gustaría comentarte algo.
— Claro Lara dime.
— Me ha sorprendido
mucho tu intervención en la reunión y las ideas que has aportado son muy
novedosas para el mercado, Eduardo no se equivocó contigo, tienes mucho
potencial, enhorabuena.
— Gracias Lara, nunca
pensé que formaría parte de un proyecto de tanta magnitud, pensé que mi trabajo
pasaba desapercibido, ha sido una grata sorpresa como tú dices que Eduardo se
fijara en mí.
— El lunes nos vemos a
las nueve, buen fin de semana.
— Gracias Lara,
igualmente.
Cuando salí de la sala de reuniones, Pablo y Eduardo ya se habían ido
cada uno a sus respectivos despachos. Yo en mi escritorio, me puse a ordenar
todos los apuntes, ideas que se habían expuesto en la reunión, estuve buscando
fotografías de fondo que podría utilizar para el montaje, cuando quise darme cuenta
tenía a Dana en mi escritorio.
— ¿Cómo fue la
reunión?, coge tu cartera y vamos a comer y allí me cuentas.
— Si que ha pasado la
mañana deprisa, no me he dado cuenta de la hora que era.
Nos dirigíamos a la salida de nuestras oficinas y en la misma puerta me
encontré a Eduardo.
— Hola Alexia ¿Sales a
comer?
— Hola Eduardo, nos
dirigíamos a la cafetería que hay en la esquina.
— Que os aproveche, nos
vemos el lunes ¿Verdad?
— Discúlpame un momento
Dana, tengo que hablar con él.
— ¿Podemos hablar un
minuto?
Nos apartamos un poco de Dana, ella me miró con esa cara de
circunstancia, pero respetó mi espacio y se giró dándonos un poco de intimidad
en la conversación.
— Eduardo ¿Cómo es que
me elegiste a mí para realizar el proyecto? no creo que sea la persona más
adecuada de toda la empresa.
— Alexia, estás más
preparada para este gran proyecto que cualquier persona que se halle en ese
edificio, sigo atentamente tu trabajo desde tu entrada en la empresa, hoy me
has demostrado lo que vales, apenas una primera reunión y ya has aportado más
ideas que todos nosotros, si pensabas que por llegar algunas veces tarde te
íbamos a perder...
— No sé qué decir,
gracias por confiar en mí, intentare no fallaros.
— Hasta el Lunes
Alexia.
Se giró y se mezcló con la gente hasta perderlo de vista entre el
barullo de la avenida. No podía imaginar que alguien había estado siguiendo mi
trabajo de tan cerca, él ha estado viendo un potencial que yo empezaba a darme
cuenta de el ahora.
— Nena ¿Quien era? Está
para hacerle un apaño.
— Porque sé que estas
enamoradísima de Enzo que si no pensaría que eres una obsesa, es Eduardo,
director de fotografía de nuestra empresa, vamos que es uno de nuestros jefes
para que te hagas a la idea.
— ¡Madre mía! el
muchacho esta potente, yo pensé que te reunirías con gente más mayor.
— Anda vamos a comer y
ahora te cuento.
Como siempre nos dirigimos a nuestra cafetería, para hoy teníamos un
menú: de primero un gazpacho con picatostes, de segundo lubina al horno y de
postre natillas caseras. Se ve que las dos teníamos hambre porque durante la
comida ninguna habló.
— Bueno me vas contar
sobre el tío bueno y la reunión o esperamos al lunes.
— La reunión ha ido
fenomenal, mi boca no paraba de hablar, mi mente iba tan deprisa que parecía
que me iba a explotar, estoy muy contenta, además el equipo es joven, bueno
quitando a Pablo que es de Director de Marketing Publicitario que tendrá unos
cincuenta años, los demás son jóvenes, esta Lara, que es la directora de
audiovisual que tendrá unos veinticinco años, una mujer espectacular, muy
profesional y atractiva, y Eduardo como ya has visto un joven director de
fotografía al cual debo mi incorporación al proyecto, se ve que ha estado
siguiendo mis pasos desde que entre en la empresa.
— Qué fuerte, un hombre
no sigue el trabajo de nadie si no está buscando algo, se ve que le gustas
Alexia.
— Estas haciendo muchas
conjeturas, si él hubiera estado interesado por mí ¿No crees que de alguna
forma ya se hubiera acercado a mí? Además, de fijarse en alguien seria en Lara
que me da veinte vueltas.
— Piensa lo que
quieras, pero aquí hay gato encerrado.
De camino al trabajo,
estuvimos hablando de los planes para este fin de semana. Por la zona había
rutas para hacer tanto en bicicleta como andando incluso lugares para disfrutar
de un agradable baño, Enzo conocía algunas y nos llevaría de expedición hacia
un pequeño lago que había en la sierra, no es que me encantara la idea, bueno
ni esa ni el fin de semana, pero me dije a mi misma que intentaría comportarme
como una adulta y no quejarme de nada. Dana me hablo de Javier, el primo de
Enzo, tenia veintidós años y acababa de terminar un modulo de Restauración, eso
significaba que comeríamos bien este fin de semana, a ninguno de los tres nos gustaba
meternos en la cocina mas rato del que implicara una simple ensalada o un
preparado al horno. Por la descripción que me hizo, sería un chico atractivo y
soltero.
La tarde pasó como un suspiro, terminé de ordenar mis proyectos y mi
mesa, miré el reloj, ya eran las 18:30 hora de salir, tenía dos días libres por
delante.
... Capítulo 2
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